Seminario Interuniversitario de Investigadores del Fascismo

Publicación de la obra «El evangelio fascista. La formación de la cultura política del franquismo (1930-1950)», de Ferran Gallego

A día de hoy, por fin podemos decir que el último trabajo de Ferran Gallego es ya una realidad. Las primeras lecturas demuestran que la espera ha merecido la pena. Fruto del trabajo de muchos años y de la pluma del que es uno de los principales expertos españoles en la crisis de entreguerras y el fascismo europeo, se trata de una obra con un ambicioso planteamiento que es, a su vez, el resultado de muchos años de investigación sobre un vasto conjunto de fuentes de época. (1) Por su amplio alcance y su capacidad para plantear nuevas perspectivas, El evangelio fascista debe ser un parteaguas en los debates que se mantienen en nuestro país en torno a cuestiones clave del siglo XX europeo como la quiebra del sistema liberal, los procesos de fascistización, la naturaleza del propio fascismo y, por último, la constitución y consolidación del régimen franquista. El indudable impacto que habrá de tener la obra de Gallego en los debates viene garantizado sin duda alguna por su plena inmersión en las coordenadas marcadas por éstos en los últimos años, aceptando los retos planteados por los trabajos de otros colegas y revisando en profundidad algunas de las tesis hegemónicas sobre el periodo. Dado el conocimiento que el autor tiene de otros casos como el alemán, así como de los principales avances historiográficos a nivel nacional e internacional, una ambiciosa perspectiva transnacional y comparada sirve como guía y espejo para los procesos y fenómenos fundamentales abordados a lo largo de El evangelio fascista. (2) Y es que, como venía defendiendo en los últimos años el propio autor, fenómenos como la fascistización de la derecha radical española durante los años 30, la guerra civil y el franquismo, resultado este último de ambos procesos, sólo pueden entenderse como parte de una misma contemporaneidad y coetaneidad con el resto del espacio europeo, donde encuentran una parte indudable de su sentido y razón de ser. En definitiva, el trabajo de Gallego propone una interpretación completamente nueva y necesaria del fascismo español, al menos tal y como estábamos acostumbrados hasta ahora.

Ferran Gallego

Ferran Gallego

En este sentido, mucho más allá de la excepcionalidad que a menudo se ha atribuido al caso español, el autor aborda el fascismo español desde una novedosa y revolucionaria perspectiva que nos muestra la existencia de un vasto espacio político-cultural contrarrevolucionario a nivel continental, espacio que estaría caracterizado en cada caso por las peculiaridades de los diferentes marcos nacionales. Por tanto, el método empleado por Gallego para identificar y analizar el fascismo ya no pasa por centrarse en la fundación, desarrollo y discurso de un determinado movimiento político fascista, como se ha hecho hasta ahora en la mayor parte de los casos centrándose exclusivamente en Falange, sino más bien por abordar el lugar natural donde nace y se desenvuelve el fascismo como un fenómeno de época en toda su extensión, es decir, el espacio de la contrarrevolución entendido como productor de alternativas políticas propias a la crisis del sistema liberal y la civilización occidental desde la derecha radical. (3) La clave para la comprensión de la época y la naturaleza del fascismo estaría en el análisis del proceso de fascistización de la derecha radical europea, que consistiría en muchos casos en el condicionamiento del mapa político por parte del fascismo dada su capacidad para plantear la modernización y reactualización del discurso y la praxis contrarrevolucionarias, abriendo una nueva puerta a la síntesis de las fuerzas de todo el espectro político de la derecha. Para Gallego son las diferentes dinámicas y movimientos que se dan dentro del gran espacio de la cultura política de la contrarrevolución –es decir, la fascistización–, así como las respuestas y la interactuación con la otra gran cultura política de masas, el antifascismo, los que permiten aprehender toda la complejidad y variedad de los procesos que llevan a la constitución del fascismo como movimiento de masas y, finalmente, estado. (4) En definitiva, el proceso de fascistización se caracterizaría en cada país o contexto por la existencia de unos sujetos, relaciones y ritmos propios, tal y como demuestra el autor a lo largo de la obra, pero en todos casos aparece marcado por dos cuestiones fundamentales: el progresivo predominio del fascismo sobre el espacio contrarrevolucionario de la derecha radical y, no menos importante, el sometimiento del propio fascismo a las dinámicas propias de la fascistización, lo cual desembocaría en cambios y evoluciones desde sus presupuestos originales, definiéndose y reformulándose en el tiempo al calor de hechos y circunstancias cambiantes.

"Cerrad filas juntos contra Spartacus". Movilización de la contrarrevolución en referencia al triunfo de la revolución comunista en la ciudad de Bremen a finales de 1918 y principios de 1919.

«Cerrad filas juntos contra Spartacus». Movilización de la contrarrevolución en referencia al triunfo de la revolución comunista en la ciudad de Bremen a finales de 1918 y principios de 1919.

Precisamente, como ya adelantábamos, por su condición eminentemente moderna, es decir, como cultura política nacida en pleno siglo XX y, por tanto, capaz de abordar los retos de los nuevos tiempos, el fascismo era el mejor situado para llevar a cabo una integración de las más diversas percepciones y experiencias individuales y colectivas, posibilitando la síntesis en su seno de los más diversos elementos y realidades, anhelos y necesidades. En este sentido el caso español no fue diferente al resto de sus contemporáneos, tal y como demuestra Gallego en la primera parte de su obra, “El proceso constituyente del fascismo español”, que supone aproximadamente la mitad de la extensión del libro en tanto que a lo largo de ésta se analizan y exponen los principios doctrinales del fascismo español que, a su vez, darán carta de naturaleza y sentido al régimen franquista a lo largo de su constitución y posterior consolidación. (5) De algún modo, Gallego sigue haciendo hincapié en una idea esencial para la comprensión del periodo de entreguerras que ya es toda una seña de identidad de su obra: la importancia y porosidad de los espacios de circulación ideológico-cultural compartidos por las grandes culturas políticas de la época: el fascismo y el antifascismo. Así, el autor nos muestra cómo el momento de auge del fascismo a nivel europeo, es decir, de su materialización como opción política para la organización del estado y la vida en sociedad son los años 30, siendo el caso italiano la excepción, algo que se pone de manifiesto en el hecho de que sea ese el momento en que la izquierda responda a la amenaza con la construcción de una cultura de masas antifascista. Así pues, no hay una especial excepcionalidad en los tempos seguidos por el fascismo español, más si tenemos en cuenta el bloqueo político del fascismo que habría supuesto la vigencia de la dictadura primorriverista a lo largo de los años 20.

José Antonio, Ramiro Ledesma y Julio Ruíz de Alda.

José Antonio, Ramiro Ledesma y Julio Ruíz de Alda.

Otra de las cuestiones que la obra muestra con particular claridad son los orígenes doctrinales del fascismo español, que contendría una decisiva apelación a la tradición católica y, también, un poderoso carácter moderno que lo introducía de lleno en el clima liminal de la época y que, a posteriori, harían posible la construcción y sustanciación del franquismo sobre ambas dimensiones. En torno a esta necesidad de modernización expresada en un primer momento por Falange, pero para nada ajena a grupos como Acción Española, el tradicionalismo carilista o Renovación Española –ampliando así notablemente el espacio político asignado al fascismo en España, uno de los objetivos del autor–, confluyeron los grupos políticos de la derecha radical que abogaban por la creación de un espacio transversal representativo de la contrarrevolución y capaz de capitalizar el auge del fascismo en Europa. En este sentido, que duda cabe que las diferencias doctrinales e identitarias entre los grupos de este enorme espacio contrarrevolucionario eran importantes, pues respondían a formas de entender la realidad y de presentar un proyecto político propio y atractivo que buscaba una posición preferente dentro de ese marco compartido. No obstante, se trataría de pugnas presentes en todos los procesos de fascistización y fascismos europeos, donde el objetivo era encabezar un proyecto político compartido en lo más esencial.

Cartel propagandístico del Stahlhelm, "Liega de los soldados del frente" llamando a la celebración del día del soldado del frente. Uno de los muchos grupos políticos que fue absorvido por el NSDAP en el proceso de fascistización alemán.

Cartel propagandístico del Stahlhelm, «Liega de los soldados del frente» llamando a la celebración del día del soldado del frente. Uno de los muchos grupos políticos que fue absorvido por el NSDAP en el proceso de fascistización alemán.

Así pues, Gallego no duda en reconocer que los resultados de las elecciones de febrero del 36 dejaron en una posición fatídica a Falange, algo que no obstante se vio compensado por el escenario político planteado por la votación, que dejaba a la derecha –y a ojos de ésta al país entero- en una situación de incertidumbre insoportable. De pronto, el panorama político y sus alternativas se habían simplificado y clarificado notablemente: el propio fracaso, por un lado, y la amenaza de la izquierda, por el otro, hacían necesarias nuevas respuestas y movimientos, abriendo un sinfín de posibilidades hasta entonces insospechadas aunque no por ello menos deseadas. No es casual, tal y como demuestra el autor, que Falange se planteara como estrategia política para crecer y conseguir una posición estratégica dentro del mapa político la necesidad de forzar la inestabilidad de éste y, con ello, la ruptura del posibilismo cedista. Para ello hacía falta un hito extraordinario, que serían aquellas elecciones de febrero y la escalada de violencia política que siguió durante aquella primera mitad del año. No obstante, habría de ser la guerra civil el marco propiciatorio que acelerara las tendencias puestas en marcha durante esos meses, poniendo al fascismo a la cabeza del espacio contrarrevolucionario como fuerza más atractiva a nivel de masas y más capaz de gestionar las exigencias de una movilización total en plena guerra. De todo esto habla el capítulo cinco, “Experiencia de guerra y proyecto fascista”, el primero de la segunda parte, “Comunidad cristiana y estado imperial. La plenitud doctrinal del fascismo español”. (6)

Las milicias de Falange en Badajoz (1936).

Las milicias de Falange en Badajoz (1936).

Para Ferran Gallego, la peculiaridad del fascismo español vino muy marcada por ese marco propiciatorio en que se constituyó en su forma más plena: la guerra civil, acontecimiento que aceleró la síntesis y que favoreció la movilización de masas encuadradas bajo los presupuestos de una guerra total y de un fascismo que puso el escenario necesario para la redención de la nación. (7) Ningún fascismo dispuso de la ocasión que en cambio sí tuvo el español de combinar una acción de masas con una experiencia masiva y performativa en grado sumo como la de una guerra total y de liberación y purificación, no al menos en sus comienzos. A lo largo de esa misma guerra se puso de manifiesto la enorme capacidad de síntesis del fascismo español; su relación con lo que acontecía en Europa y, frente a ello, su carácter de excepcionalidad; así como también su capacidad para presentarse como contrarrevolución y revolución al mismo tiempo, un proyecto capaz de dar respuesta a los retos de la modernidad. Y la revolución consistía precisamente en la posibilidad abierta por la guerra de conectar con un tiempo histórico cancelado de la historia nacional donde primarían la plena conciencia del propio lugar en el mundo y el afán de realización del ser nacional en el destino, entendido como permanencia y proyección hacia el futuro. En este sentido, se trataría de la reactualización de una larga lucha de España por su derecho a existir en medio de las peores condiciones marcadas por una crisis secular abierta en pleno siglo XVII y agudizada en las dos siguientes centurias.

Plaza de los Mártires y Cruz de los Caídos por Dios y por España. Al fondo se pueden ver todavía los colores de FET de las JONS (Castelserás, Teruel).

Plaza de los Mártires y Cruz de los Caídos por Dios y por España. Al fondo se pueden ver todavía los colores de FET de las JONS (Castelserás, Teruel).

En plena guerra, la exaltación religiosa dentro de la defensa y reivindicación de una civilización identificada con el cristianismo católico sería el punto en torno al cual se haría posible la confluencia de los más diversos sujetos políticos. Como vemos, todo esto le sirve al autor para reconsiderar diversas cuestiones esenciales como el lugar del catolicismo no ya en el seno del régimen, sino del fascismo español desde sus orígenes a principios de los años 30. Además, en su afán por revisar las tesis hegemónicas en torno al franquismo, aborda también el papel del ejército en el franquismo, lo cual le lleva a señalar que éste en realidad sirve como columna vertebral del proceso de forja de la comunidad total del pueblo en armas, donde éste se funde con y a través de lo militar y se reencuentra con su espíritu. Esta síntesis entre levantamiento civil y militar fue la que dio sentido a la dictadura, en este encuentro se halla la base de su larga duración más allá de la provisionalidad que habría implicado una mera dictadura militar, sobre todo al dar un contenido y proyecto político que serviría como espacio natural de la contrarrevolución en torno al cual posibilitar la confluencia de los más variados sujetos. Al fin y al cabo, como demuestra el propio Gallego al analizar la preocupación de los teóricos y líderes del régimen por la representación y la legitimidad, la soberanía se hacía residir en esa nación que había tomado las armas para defender su integridad e independencia, de ella nacía el poder otorgado voluntariamente a un líder natural como producto de las propias exigencias de la guerra. De un fascismo constituido en la guerra sólo podía ser su líder natural un caudillo militar con la capacidad y el poder necesarios para alcanzar los objetivos políticos, buscados por medio de las armas. De algún modo podría decirse que Hitler hizo el camino inverso una vez que la guerra se hizo necesaria para la consecución de su proyecto político, lo cual pone de manifiesto una vez más la relación íntima entre guerra y fascismo. (8) No obstante, a lo largo de la segunda parte Gallego analiza otras cuestiones, como la particular formulación del totalitarismo, debida sobre todo a las plumas de Francisco Javier Conde o Legaz Lacambra, o los intentos por plasmar la constitución del régimen a través de diversas formulaciones jurídico-legales y políticas como el Fuero del Trabajo. Finalmente, la conclusión del autor es que lejos de haber diferencias notables de discurso en el seno del régimen, como normalmente se ha pretendido, asistimos a la diversidad propia de cualquier proceso constituyente o régimen de esta naturaleza, en el cual convivirían múltiples visiones y matices. De hecho, como se puede ver a través de casos como Escorial o la Revista de Estudios Políticos hay diálogo y debate porque hay un espacio y un proyecto compartidos, por mucho que haya diferentes concepciones sobre el modo de encararlos. En ningún momento hay distanciamientos claros y ni mucho menos rupturas con los postulados esenciales que encarnaría el régimen. Así pues, estaríamos ante maniobras cotidianas para encabezar y encauzar un proyecto compartido que se ha forjado como fruto de un esfuerzo común en una guerra civil. (9)

Curas de instrucción en 1936, algunos de ellos combatirían en el Alto del León.

Curas de instrucción en 1936, algunos de ellos combatirían en el Alto del León.

Otra de las cuestiones esenciales discutidas por Gallego tiene que ver con la supuesta “desnaturalización” y “domesticación de Falange” por medio de la acción de José Luis Arrese. A través de un concienzudo análisis del pensamiento del dirigente vasco, el autor demuestra cómo no existen trazas de una supuesta voluntad de subordinación o encaje resignado en el nuevo estado, sino más bien un intento por relanzar la tarea del partido y reformular su relación con el estado y la comunidad. Una vez más, recurriendo a la perspectiva comparada Gallego muestra cómo la situación de FET de las JONS a partir de 1941 no es extraña respecto a otros casos europeos como el italiano o el alemán. De hecho, Arrese abogaba una y otra vez por mantener el carácter dinámico e integrador del Movimiento, convirtiendo al partido en el sustanciador de la acción política del poder. (9)

José Luis Arrese

José Luis Arrese

Como se señala a partir de la tercera parte del trabajo, “La vía fascista al estado católico”, (10) el propio proceso de consolidación definitiva del régimen estuvo muy marcado por el discurrir de los acontecimientos en Europa, que necesariamente forzó cambios y maniobras. A todo ello se unió el esfuerzo constante por gestionar la heterogeneidad de fuerzas reunidas en la coalición contrarrevolucionaria del 18 de Julio. De acuerdo con Gallego, el fascismo quedaría restringido y categorizado como un fenómeno de época que sólo podía tener sentido dentro de una cultura contrarrevolucionaria que se extinguió para siempre en 1945 junto con las condiciones que la habían hecho posible. No obstante, para el autor hay una clara continuidad entre los propósitos y anhelos de la Falange de febrero del 36, como capitalizadora y cabeza política visible de la sublevación, y la de Arrese: la modernización de la praxis y el discurso de la contrarrevolución, todo ello para hacer posible la revolución nacional, lo cual no obsta en ningún momento intentos de adaptación a las cambiantes circunstancias, como de hecho ocurrió. Las mismas condiciones traumáticas en que se había producido la derrota del fascismo europeo dieron lugar al fin de una época que, no obstante, entró en un incierto espacio de transición. El fascismo carecía ya de cualquier credibilidad o legitimidad, y su sentido histórico había quedado completamente quebrado. La derrota del fascismo en Europa abriría una crisis identitaria dentro del franquismo, más allá de la ansiedad producida por la necesidad de sobrevivir como régimen político. Se trataba pues de encontrar nuevas posibilidades de síntesis y representación de la coalición sublevada en una reinterpretación de los contenidos y naturaleza de dicha sublevación, buscando en el enorme potencial simbólico del 18 de Julio. Fue así como poco a poco se abrió paso un imparable proceso de desfascistización que se extendería a lo largo del resto de la década de los 40. En esta reelaboración del discurso y la capacidad de representación política del régimen no se renegó en ningún momento de sus bases fundacionales, que se identificarían con la guerra como hito esencial y el fascismo como sustancia político-cultural, y que a su vez serían vistos como el paso necesario e inevitable -a de la coyuntura y sus exigencias- hacia la forja del “Estado católico”. En este sentido, se produce una redefinición identitaria en base a elementos preexistentes y, muy importante, propios de la cultura del fascismo español de preguerra. No podía renegarse del fascismo per se en tanto que en éste se encontraban los principios doctrinales del régimen, sino que debía plantarse el perfeccionamiento, el pulido y la superación de la síntesis del 18 de Julio de un modo que no conllevara un socavamiento de las bases sobre las que se asentaba la misma legitimidad de la dictadura. En definitiva, se da una permanencia de la crítica al parlamentarismo y la búsqueda permanente de formas más auténticas y efectivas de representación política, lo cual en nada invalidaba los orígenes del franquismo, que sólo responderían a una búsqueda militante de soluciones en un momento de aguda crisis como había sido el de 1936. Todo esto alcanzó su plasmación en torno a los debates y reflexiones sobre el Estado moderno español en los siglos XVI y XVII como forma singular de organización y máxima expresión del ser de España, a lo cual habría que añadir una recodificación del la historia nacional que daría sentido y legitimidad al franquismo al convertirlo en la culminación de un tiempo cancelado. De algún modo, se defendía la continuidad de los valores del Imperio incluso en la decadencia y derrotas militares del XVII, elevándolos a la condición de horizonte de justicia, pureza e independencia frente al absolutismo y autoritarismo extranjeros, una pureza preservada a pesar de todo, lo cual debía servir como inspiración para un régimen como el franquista asediado a nivel internacional en la segunda mitad de los 40.

El final del fascismo en Europa escenificado en los suicidios en masa de 1945. Walther Dönicke, Volkssturm Bataillonsführer, en Leipzig.

El final del fascismo en Europa escenificado en los suicidios en masa de 1945. Walther Dönicke, Volkssturm Bataillonsführer, en Leipzig.

Para concluir, no está de más apuntar que la obra de Gallego abre un sinfín de nuevas posibilidades de debate y vías de investigación a partir de una visión original y bien construida del periodo que comprendería la fascistización y desfascistización en España. Se trata, sin duda alguna, de una buena noticia para nuestra historiografía en un momento de auge internacional de los estudios sobre fascismo pero también de precarización del oficio de historiador a consecuencia de la crisis. En este sentido, hay que celebrar todo incentivo que siga contribuyendo a mantener las calderas en marcha, más cuando se trata de aportaciones de primer nivel a la reflexión y el conocimiento crítico en torno al pasado, como el caso que aquí nos ocupa, una ocasión más para hacer valer nuestro trabajo y buscar su anhelada y necesaria internacionalización. Al fin y al cabo, día a día tenemos más y mejor que ofrecer gracias a unos enfoques cada vez más arriesgados e innovadores y, también, más maduros y con un mayor despliegue de medios. El evangelio fascista es a buen seguro la mejor y más actual muestra de ello.

Es de sumo interés, por el cuidado, la agudeza y la elegancia con que disecciona la obra, la reseña de Enrique Moradiellos en Revista de Libros: Evangelios fascistas y culturas políticas franquistas

Podéis consultar aquí una interesante entrevista realizada a Ferran Gallego por la cadena de radio catalana La Xarxa en torno a El evangelio fascista el día 11 de marzo de 2014: Entrevista con Ferran Gallego en La Xarxa

También podéis escuchar aquí una entrevista en castellano del 23 de abril de 2014 donde se abordan con gran concreción por parte del autor las tesis fundamentales de El evangelio fascista: Entrevista con Ferran Gallego en La Linterna de Diógenes

Otra entrevista, esta vez en El País, a cargo de Francesc Arroyo: La violencia como afirmación fascista

Un comentario de la obra en castellano en el diario El País: La visión de José-Carlos Mainer: «Por el Imperio hacia Dios»

Un comentario de la obra en català también en el diario El País: “En el feixisme, la violència és un acte d’afirmació de la consciència”

DATOS BÁSICOS SOBRE LA OBRA:

Año: 2014

Editorial: Crítica

Número de páginas: 979

Precio: 39,90 euros

Enlace a la obra en la página de la editorial: http://www.planetadelibros.com/el-evangelio-fascista-libro-117651.html

NOTAS:

(1) Algunas obras fundamentales de Ferran Gallego en torno a cuestiones relacionadas con los contenidos de El evangelio fascista son El mito de la transición: la crisis del franquismo y los orígenes de la democracia (1973-1977), Barcelona, Crítica, 2008; Barcelona, mayo de 1937: la crisis del antifascismo en Cataluña, Barcelona, Debate, 2007; Todos los hombres del Führer. La élite del nacionalsocialismo (1919-1945), Barcelona, Debate, 2006; Ramiro Ledesma Ramos y el fascismo español, Madrid, Síntesis, 2005; De Munich a Auschwitz. Una historia del nazismo, 1919-1945, Barcelona, DeBolsillo, 2006 [2001].
(2) Francisco MORENTE y Ferran GALLEGO: “Introducción”, en Idem (eds.): Rebeldes y reaccionarios. Intelectuales, fascismo y derecha radical en Europa, Mataró, El Viejo Topo, 2011, pp.
(3) Una excepción pero con conclusiones diferentes es Eduardo GONZÁLEZ-CALLEJA: Contrarrevolucionarios. Radicalización violenta de la derechas durante la II República, 1931-1936, Madrid, Alianza, 2011.
(4) En cierto modo y desde una perspectiva diferente, se trata de una aproximación similar a la sugerida por Paxton para el estudio de los casos italiano y alemán, lo cual, no obstante, le llevó al establecimiento de un tipo y una vía ideales hacia el fascismo aparentemente cerradas. Véase Robert O. PAXTON: Anatomía del fascismo, Barcelona, Península, 2005 [2004].
(5) Veáse Ferran GALLEGO: El evangelio fascista. La formación de la cultura política del franquismo (1930-1950), Barcelona, Crítica, 2014, pp. 29-479.
(6) Respectivamente Ibid, pp. 483-552 y pp. 483-656.
(7) Algo que ha sido abordado últimamente por Javier RODRIGO: Cruzada, Paz, Memoria. La guerra civil en sus relatos, Granada, Comares, 2013. Véase comentario en: https://seminariofascismo.wordpress.com/2013/06/26/presentacion-libro-cruzada-paz-memoria-la-guerra-civil-en-sus-relatos/
(8) Ante el miedo de una posible desafección de los oficiales del ejército y su, a ojos del Führer, incapacidad para los asuntos militares el propio Hitler asumió el cargo de Comandante en Jefe de la Wehrmacht en diciembre de 1941, justo cuando la consecución de su proyecto político por medio de la guerra de exterminio contra la Unión Soviética parecía peligrar dada la llegada del invierno ruso y el fracaso de la Operación Barbarroja.
(9) Véase Ismael SAZ: España contra España. Los nacionalismos franquistas, Madrid, Marcial Pons, 2003 y, últimamente, una nueva vuelta de tuerca sobre estas cuestiones en Franscisco MORENTE: “Los falangistas de Escorial y el combate por la hegemonía cultural y política en la España de la posguerra”, Ayer, 92 (2013), pp. 173-196.
(10) Véase Joan Maria THOMÀS: Lo que fue la Falange, Barcelona, Plaza & Janés, 1999; La Falange de Franco. Fascismo y fascistización en el régimen franquista (1937-1945), Barcelona, Plaza & Janés, 2001.
(11) Véase GALLEGO: El evangelio fascista…, op. cit., pp. 659-842.

Esta entrada fue escrita por davidalegrelorenz y publicada el 4 marzo, 2014 a las 4:02. Se guardó como Novedades editoriales y etiquetada , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , . Añadir a marcadores el enlace permanente. Sigue todos los comentarios aquí gracias a la fuente RSS para esta entrada.

13 pensamientos en “Publicación de la obra «El evangelio fascista. La formación de la cultura política del franquismo (1930-1950)», de Ferran Gallego

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  2. Pingback: Entrevista con Ferran Gallego, historiador del fascismo europeo y el ciclo revolucionario de la primera mitad del siglo XX | Seminario Interuniversitario de Investigadores del Fascismo

  3. Parece una obra muy interesante por su visión novedosa del fascismo español y la intención que tiene de romper con la corriente historiográfica predominante que resta importancia al carácter fascista del régimen franquista. El problema es que el precio tira un poco para atrás.
    Una cuestión, en el artículo parece que establecéis al fascismo como algo contrarrevolucionario, solo el caso español sería revolucionario, pero tanto el fascismo como el nazismo se consideraban revolucionarios y ambos rompieron con el orden establecido. A lo mejor es que os entendido mal.

    Enhorabuena por vuestro trabajo

    • davidalegrelorenz en dijo:

      Por supuesto, Boris, haces bien en señalar el carácter revolucionario del fascismo en general. Si ahondas en los contenidos del blog verás que la mayoría -por no decir todos, aunque no quiero hablar por nadie- de los miembros del SIdIF defiende el carácter revolucionario del fascismo. No obstante, cuando hablamos de su carácter contrarrevolucionario o del espacio contrarrevolucionario quizás no he hilado todo lo fino que debería. esta idea viene a destacar la existencia de un espacio político-cultural de circulación ideológica a nivel europeo donde convergen fuerzas y agentes de todo tipo que se definen in extenso por su oposición a una revolución obrera-marxista basada en el principio de clase y disgregadora por naturaleza. El éxito del fascismo radicaría en su capacidad para ponerse al frente de ese gigantesco espacio político-cultural. Básicamente a esto me refería, lo cual no implica negar el carácter revolucionario del fascismo en múltiples aspectos de su realidad como fenómeno, de hecho la convivencia de tendencias variadas en su seno sería una de sus características fundamentales, es decir, la consecución de un modus vivendi en torno a unos valores y principios esenciales. Quizás la entrevista que le hicimos a Ferran en este mismo blog te aclare más cosas sobre su enfoque.

      En cuanto al precio del libro es un problema, qué duda cabe, ojalá la cultura se pudiera difundir a un precio más barato. No obstante, siempre nos quedan las bibliotecas, pedírselo a algún colega o esperar las ediciones de bolsillo.

      Gracias por los ánimos Borís. Un abrazo!

      • Todo aclarado David, muchas gracias. Paso a leer la entrevista que le hicisteis a Ferran.

        Espero que todo vaya bien

        Un abrazo para ti también!

      • davidalegrelorenz en dijo:

        No hay de qué Boris, gracias a ti por compartir tus impresiones y tu inquietud. En resumidas cuentas, por concluir un poco la duda que planteabas, creo que la tesis de Ferran podría resumirse señalando que el fascismo es la modernización de la contrarrevolución.

        Abrazos!

  4. Pingback: 27 de abril de 2014, núm. 237-252 « Andalán.es

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  6. Ruy Aballe Vieira en dijo:

    Me acabo de comprar el impresionante trabajo de Ferran Gallego de paso en Cáceres (después de sopesarlo bien, por el precio un tanto elevado). Lo comenzaré a leer en cuando tenga un rato libre, posiblemente el próximo fin de semana.

    Estoy totalmente de acuerdo con lo que escribió David, sobre la existencia de un territorio político-cultural de «circulación ideológica a nivel europeo», una especie de internacional contrarrevolucionaria, que terminó siendo liderado por el(los) fascismo(s).

    Enhorabuena por vuestro trabajo.
    Hasta pronto!

    • davidalegrelorenz en dijo:

      Querido Ruy,

      muchísimas gracias por compartir con nosotros tus impresiones, tan pertinentes. Sin lugar a duda el precio del trabajo de Ferran es alto, pero los esfuerzos de varios años dedicados a la labor hacen que uno pueda hacer el desembolso con la confianza de saber que está comprando una obra de gran valor historiográfico, aunque seguramente podríamos hablar largo y tendido sobre las políticas económicas y comerciales de las editoriales.

      Y por lo que respecta a tus ideas de una internacional contrarrevolucionaria creo que están muy bien planteadas, aunque sería fantástico poder conocer tus propias visiones más in extenso, sobre todo respecto al lugar que Portugal y el Estado Novo ocupan en ese universo de entreguerras. Además, creo que son muy correctas tus precauciones al hablar de fascismo/fascismos, porque seguramente en la particularidad de cada caso es donde se encuentra el quid de la cuestión de lo que fue el fascismo, que es una de las cosas que plantea Ferran en su trabajo. Las definiciones genéricas en contextos tan diferentes siempre ofrecen problemas, pero no por ello deben dejarse a un lado, sino que debemos asumirlas como un reto propio de la disciplina y, si se quiere, de la vida misma de las cosas.

      Gracias por los ánimos Ruy y vayan por delante nuestros mejores deseos, se agradecen mucho las visitas que dejan comentarios!

      Un abrazo!

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